¿En qué se parece escribir un poema a hacer unos rosquillos de huevo? Parece una pregunta descabellada porque nada parecen tener en común estas dos acciones pero nada más lejos de la realidad.
Tanto escribir un poema como ponernos a hacer repostería implica arte porque, en ambos casos, se construyen artefactos con un componente estético considerable. Nos producen un gran placer tanto confeccionarlos como degustarlos (poemas y pasteles). Son tradición: Sea para dar continuidad a lo existente como para salir de los moldes establecidos, la poesía y la repostería nos vinculan a lo tradicional, a las raíces de lo que somos. Y es aprendizaje: construir, leer, escribir, recrear, recitar, amasar, espolvorear, hornear, publicar... experiencias de las que siempre aprendemos.
INGREDIENTES:
- 3 huevos
- 1 kg. de harina
- 350 grs. de azúcar
- 1/4 l. de leche
- 4 sobres de polvos gasificantes
- La raspadura de un limón y de una naranja
En un bol grande batimos los huevos con el azúcar y la leche. Agregamos la raspadura de los cítricos, los polvos gasificantes y la harina poco a poco.
Una vez que tengamos toda la harina incorporada en el recipiente, amasamos incansablemente hasta obtener una mezcla homogénea y consistente. La dejamos reposar una hora.
Cogemos porciones de esta masa y las estiramos con las manos, unimos los extremos y los colocamos en una bandeja de horno (previamente engrasada). Untamos cada rosquillo con huevo batido e introducimos en el horno a 180ºC durante 15 minutos aproximadamente hasta que estén ligeramente tostados.
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