Siguiendo con la información que me gusta dar de vez en cuando en este blog, hoy voy a hablaros de las verduras y su preparación. Ya es sabido por todos que son imprescindibles en cualquier dieta que sigamos pues sus nutrientes son muy beneficiosos para nuestro organismo y no deben de faltarnos en la alimentación diaria.
Los expertos en nutrición lo repiten una y mil veces: hay que consumir más verduras. Y su consumo debe ser diario, un plato en la comida y otro en la cena. Crudas, en todo tipo de ensaladas, son estupendas; cocinadas resultan también fantásticas, ofrecen un recetario amplísimo y se digieren muy bien.
Hay que prepararlas sin ingredientes demasiados calóricos, con la grasa mínima y teniendo especial cuidado de no perder nutrientes.
Muchos factores provocan perdidas de vitaminas y minerales mientras manipulamos y preparamos las verduras:
- Hay que evitar que estén mucho tiempo en contacto con el aire mientras se pelan y trocean.
- Debemos emplear el líquido justo; es imprescindible utilizar poco ya que el 35% de los glúcidos, vitaminas hidrosolubles y sales minerales pasan al líquido de cocción, sobre todo si están troceadas; por esto es aconsejable reutilizar el líquido de cocción para sopas, cremas...
- Procurar que el agua esté hirviendo cuando las sumerjamos.
- Acidificar el líquido de cocción con limón o vinagre, ya que ayuda a conservar mejor los nutrientes. No añadir bicarbonato sódico ya que es malo para su valor alimenticio.
- Tapar los recipientes porque si no se pierden ácidos volátiles.
- No mantener durante largo tiempo calientes las verduras y hortalizas antes de ser consumidas pues aumentan la perdida de vitamina C.
- Cocer el tiempo mínimo y a temperatura baja, a ser posible enteras o a grandes trozos, sin haberlas sometido a remojo previo.
- Hervir en agua con sal. Introducimos las verduras, bien limpias y troceadas, en el recipiente cuando hierva el líquido a borbotones. Tras la cocción, se escurren bien. A continuación, se saltean o rehogan según cada receta. Como ya hemos dicho, en el agua de cocción hay gran cantidad de nutrientes, por lo que es aconsejable reutilizarla en otras preparaciones.
- Saltear con un poco de aceite. Tras la cocción de las verduras según se indique en la receta, se escurren bien. Seguidamente se procede al salteado, que consiste en rehogarlas en aceite dando a la sartén ligeros movimientos de vaivén al tiempo que se las hace saltar.
- Estofadas en su jugo. Las verduras cuecen en el propio jugo que van soltando ha medida que se hacen en un recipiente cerrado y a fuego muy lento, para que no se peguen. Se condimentan con aceite y van sazonadas al gusto, antes de ponerlas al fuego, de modo que queden bien aliñadas.
- Rehogadas, sazonadas a fuego lento. Una vez cocidas las verduras, se escurren bien. Se hace un sofrito en una sartén con aceite y uno o varios condimentos, por ejemplo ajo y pimentón o bien cebolla picada, y cuando empiezan a dorarse se añaden las verduras y se remueve bien, a fuego lento, para que tomen todo el sabor.
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